Tal vez por falta de imaginación, las películas de acción e intriga, últimamente, suelen terminar con la misma secuencia: el valiente protagonista, nuestro héroe, se encuentra frente al asesino en serie, que mantiene agarrada por el cuello a una hermosa muchacha, a modo de escudo humano, con la pistola en su sien.

¡Suéltala! —grita el héroe con sangre fría y determinación.

—Antes le reviento los sesos a la chica —se carcajea el villano.

Entonces, el héroe, con un movimiento inverosímil de su muñeca, dispara un balazo que se incrusta con precisión en la cabeza del criminal. La chica, conmocionada, se arroja en los brazos de su salvador, se besan castamente y aquí se acaba lo sustancial de la historia. Queda para la coda el emotivo acto público en el que el Presidente de los Estados Unidos rinde homenaje al protagonista, en medio del aplauso general.

Estos días, las televisiones de medio mundo están pasando una película del mismo porte pero con un desenlace algo diferente.

—¡Suéltala! —grita el héroe con sangre fría y determinación.

—Antes le reviento los sesos a la chica —se carcajea el villano.

A lo que el prota responde:

—Antes se los reviento yo.

Y, apuntando con su pistola al centro de la frente de la rehén, dispara su proyectil, que destroza la cabeza de la joven. El asesino en serie no entiende lo sucedido, desconcierto que nuestro héroe aprovecha para abatirlo fácilmente con otro certero disparo.

Dicen que la película lo está petando y que conseguirá el próximo Óscar por su valentía a la hora de salir del bucle en el que estaban metidos los guionistas de Hollywood. ¿Su título? “Capitán Netanyahu: la venganza”. Está muy entretenida. No os la perdáis.