En el instituto, hace ya unas cuantas décadas, teníamos un compañero que militaba en Falange Española y de las JONS. No era buen estudiante, pero poseía un verbo florido y grandilocuente, lleno de palabras y de sintagmas como destino universal, sacrificio y entrega, sagrada nación, mandato divino y cosas por el estilo. Pero, si pasaba por solemne carapijo, era debido, sobre todo, a que se apartaba el flequillo de la frente mediante la técnica de adelantar la mandíbula inferior al tiempo que soltaba un fuerte soplido hacia arriba.
Yo comprendo y comparto cualquier intento de “normalizar” Cataluña, pero el otro día vi en la televisión que Puigdemont repetía el mismo gesto del falangista, lo cual me alarmó. No sé por qué, lo reconozco, pero debo advertirlo por si eso significa algo.