La posverdad está hecha de fake news o noticias falsas, pero no solo de ellas. A mi juicio, tan grave como una noticia falsa es una noticia trivial (aunque cierta) que, ocupando un determinado contexto informativo, roba espacio a otras de auténtica trascendencia al tiempo que anestesia nuestro instinto de incredulidad, ese que rechaza gatos por liebres y milongas por verdades como puños. Los telediarios de cualquier cadena generalista de televisión están llenos de este tipo de piezas.

Os propongo un juego: que identifiquéis en el primer informativo que os echéis a la vista y al oído estas “noticias no-noticias”. Yo os adelanto a continuación algunas de las más habituales.

Una. En Semana Santa. Diez minutos dedicados a que periodistas ubicados en distintas ciudades de España vayan dando cuenta de que, este año, por fin, se puede procesionar con normalidad. (¡La normalidad como noticia!). “En Sevilla, el fervor de los creyentes…” “Aquí, en Valladolid, los conmovedores pasos…” (Esta categoría informativa tiene sus variantes. Por ejemplo, en agosto, en plena canícula, los intrépidos reporteros ofrecen el micrófono a los bañistas para que estos nos ilustren sobre aspectos de la condición humana que desconocíamos. Normalmente lo hacen con diminutivos: “Yo, con mi cañita”, “El agüita, que no falte”, “A disfrutar del veranito, que es lo que toca”. En invierno, la tournée sigue los puertos de montaña en tanto que las alocuciones se vuelven sentenciosas o reivindicativas: “Año de nieves, año de bienes”, “Y el Gobierno, a uvas”).

Dos. También en Semana Santa. Paseo por las confiterías de medio país para hablar de pestiños, sancochos y torrijas, según el meridiano. En cada caso se explica brevemente su composición y técnica de cocinado. Tres o cuatro entrevistados dicen que todo eso está muy rico, aunque engorde.

Tres. Sidney (Australia). Imágenes aéreas tomadas desde un helicóptero. Dos coches de la policía persiguen a un automóvil rojo, que acaba estrellándose. El conductor huye pero es finalmente alcanzado. No hubo muertos ni heridos. Era solo un incidente con imágenes de película, nada más. (Esta modalidad también tiene variantes: un alud sin consecuencias, una grúa que se ha caído sobre la techumbre de un aparcamiento, etc.).

Cuatro. Deportes. El Rayo se prepara para el partido del sábado contra el Villarreal. Nos informan de que el Rayo necesita los tres puntos. (¿Quién no?). El entrenador manifiesta su confianza en los jugadores. Uno de ellos declara que él está ahí para ayudar al equipo. Si se prescindiera de la terminología “Simeone”, la pieza se quedaría sin audio.

Cinco. El tiempo. Se nos dice que en España ha reinado el Sol y a continuación, región por región, se ratifica que el Sol ha reinado como le corresponde al Astro Rey. Esto se ilustra con fotografías que envían los telespectadores: amaneceres, atardeceres, las montañas al fondo, todo muy bucólico o romántico.

Para mantenernos enganchados a tanto vacío, los presentadores gesticulan, hacen aspavientos, van de un lado a otro del plató, se mimetizan con el fondo de la pantalla entre alardes de realidad aumentada y de infografía. A veces, la pantalla se parte en dos para que, en una de esas mitades, se emita un vídeo de veinte segundos, repetitivo, en bucle, que acaba hipnotizándonos sin remedio, convirtiéndonos en espectadores sonámbulos.

Lo que tienen en común estos ejemplos es que, camuflados por el contexto, confunden nuestra percepción del hecho informativo, la acostumbran a un patrón que tiene mucho más de distracción y de entretenimiento que de verdadera noticia y que terminan por adocenarla, preparándola para digerir y metabolizar incautamente la basura más peligrosa que circula por la infoesfera. Lo acaba de escribir mejor que yo Daniel Innerarity en su libro “La sociedad del desconocimiento”: no es la desinformación intencional la que más debería preocuparnos “sino aquella ignorancia que no tiene sujetos culpables sino circunstancias objetivas que hacen de ella algo inevitable…

¿Así que la información era esto? Y esto lo hacen los serios, los que repudian las fake news.