
«La Garrapata»
Ediciones Lengua de Trapo
Madrid, 1998; 268 páginas
Suma de Letras
Madrid, 2001; 397 páginas
la crítica dijo
“La garrapata es una indagación en los mecanismos perversos de la impostura que muestra el talento de un autor que ya sorprendió con su anterior novela, El efecto devastador de la melancolía”. Marcos Giralt Torrente, en Babelia.
“El planteamiento de La garrapata es original como pocos. Justo es reconocer también que la novela satisface plenamente las expectativas que despierta”. Javier Memba, en La Esfera.
“Con este relato el autor homenajea el genio de Clarín a través de un cuidado entramado de citas y de un lenguaje preciso, irónico, que recuerda, sin desmerecer, las mejores páginas del escritor ovetense”. M. Costa, en Lateral.
“Quien vea una relación entre el parasitismo del protagonista y el oportunismo de tantos trepas como surgieron tras la muerte de Franco, seguramente no se equivocará. (…). Como autor que no deja nada al azar, García Rubio piensa mucho las estructuras y el desarrollo de sus novelas, un desarrollo lleno de recovecos, de vueltas y revueltas”. Ángel Vivas, en Época.
“Esta ‘garrapata’ conforma junto a su anterior libro (El efecto devastador de la melancolía) un proyecto de García Rubio consistente en dedicar novelas a momentos para él decisivos de la historia reciente de España, siempre con ese esquema de fábula, con diferentes nivelas de lectura”. José María Goicoechea, en El País de las Tentaciones.
“El autor expone de forma magistral los estragos de una garrapata en su círculo de asimilados. (…). El libro es un canto optimista y aviso de navegantes para desenmascarar a los parásitos. Esos convidados, como Míguel, no son inteligentes, tienen el instinto de succión pero chupan el pus y se emponzoñan solos, sin gozar la amistad ni los placeres de primera mano de su víctima. No saben chupar el amor: ni el de la joven Marina, ni el de la hermosa y madura tía Aurora, ni el de la puta del Campillín; y por eso son impotentes y mezquinos, envidiosos de ver los orgasmos pasar por delante de su trompa. Manuel García Rubio, excelente y generoso, los denuncia en una historia que intriga, conmueve y da que pensar”. Pepe Monteserín, en La Nueva España.